

Esta placilla nace en las afueras de la mina del mismo nombre cuyo dueño fue Juan Francisco Rivas. En comparación a El Oro, “este sector es mucho más reducido y de menos importancia”1 pues se encontraba en la falda oriental del cerro, en una zona escarpada en la que era difícil establecerse.
De las minas más importantes de Tamaya, esta era la que se encontraba a mayor altitud (sobrepasando los 1000 msnm) y de ella deriva el nombre del punto más elevado del cerro: morro de San José. Se encontraba a pocos metros al norte de la mina Rosario y unos 200 mts por sobre la Dichosa que, producto de la profundidad de sus laboreos, hizo que se confundieran los límites entre ambas pertenencias, es por ello que en 1875 se presentó ante el notario de Ovalle don Miguel Humeres -albacea de Petronila Fernández, una de las propietarias de la Dichosa- para fijar claramente los límites entre ambas minas2.
Esta fue una de las minas que primero evidenció la decadencia en sus labores, es sus escritos, Francisco Marcial Aracena asegura que es una de las “más aterradas y que se encuentra en las más peores condiciones”3. A pesar de esto, la placilla se mantuvo como una de las más pobladas, lamentablemente, para el siglo XIX los censos publicados no entregan un registro secuencial de la población, mostrando solo información por distritos y no de los pueblos que estos comprendían -en aquellos casos donde estos se componían por más de un poblado- en el particular, la mina pertenecía al distrito N° 3 de Rosario4. Solo sabemos que, para 1875 -fase inicial de la decadencia de Tamaya-, contaba con al menos 500 pobladores “siendo de notar que por cada un operario […] se encuentran por lo menos cuatro personas ocupadas en otras industrias”5.
Creemos que la presencia del ferrocarril ayudó a mantener cierto número de población, bajo esta placilla se encontraba la zona de carga de minerales, los que llegaban de las minas ubicadas más al norte de ella, donde no circulaba la locomotora. La carga se efectuaba mediante un carro movido por andarivel directamente a los vagones con capacidades de carga entre 20 y 35 quintales métricos. Las tarifas por quintal métrico eran 55 centavos de bajada -Tamaya a Tongoy- y 60 de subida -Tongoy a Tamaya6– estas tarifas eran levemente superiores a las que se debía pagar desde/hasta el Sauce -40 y 50 centavos respectivamente-.
Ante esto no es raro que la placilla mantuviera su población porque al débil trabajo en la mina se le debía sumar la actividad derivada de ser un centro de acopio de minerales que serían remitidos a Tongoy. Esta fórmula le permitió mantenerse incluso hasta entrado el siglo XX, recibiendo la llegada, en 1894, del registro civil de El Oro donde sabemos que se mantuvo hasta 19297. Sin embargo, para esta fecha, el tramo del ferrocarril entre Cerrillos de Tamaya y Tamaya llevaba casi 40 años sin funcionar.
- Aracena, F. (1884). La industria del cobre en la provincia de Atacama y Coquimbo y los grandes depósitos carboníferos de Lota y Coronel en la Provincia de Concepción. Imprenta del Nuevo Mercurio.
- Archivo Notarial de Ovalle; vol. 76, N° 518, 20 de octubre de 1875, foja 521.
- Aracena, F. (1884)
- Cabe consignar que la información referente a los habitantes de cada centro habitado es posible hallarla en las papeletas que los censores entregaban a la OCE (disponibles en el ANH), pero por los alcances reducidos de esta investigación y lo laborioso de este ejercicio, nos hicieron presidir de este dato.
- El Mercurio de Valparaíso, Valparaíso, 1877, p. 2. M. 62. Esta nota también da cuenta que en el Sauce y Rosario había 700 y 600 operarios respectivamente.
- Aracena, F. (1884)
- Archivo Registro Civil de Cerrillos de Tamaya. Libro copiador… El Oro, 12 de octubre de 1894, fojas 113-114.