La bonanza económica del siglo XIX provocó un notable incremento poblacional, la provincia de Coquimbo capturó una gran masa de mano de obra, calificada y no calificada que ofrecía sus servicios en los centros mineros.
En el primer grupo encontramos a los barreteros, quienes trabajaban en las profundidades de la mina alumbrados solo por una lámpara de aceite, expuestos a un ambiente poco favorable para la salud, eras los encargados de perforar la roca para poner las cargas explosivas, su labor fue de suma importancia en vista a que además de manipular explosivos eran ellos los encargados de determinar el rumbo que seguía la veta, por lo que necesitaban un conocimiento acabado de su labor, por esto recibían una mejor paga. En este grupo también encontramos a los chancadores, encargados de elegir las piedras según la ley que presentaban agrupándolas en tres categorías “Pinte”, “Despinte” y “Rechanque”, este trabajo se realizaba “al ojo”, sin mediar procedimientos químicos especializados; luego estas piedras eran reducidas a pequeños fragmentos para ser fundidas en los hornos.
Dentro de los trabajadores no calificados encontramos a los peones de cancha, ellos desarrollaban sus labores en las cachas de acopio acarreando minerales y servían de apoyo a los chancadores. Los apires eran un grupo de trabajadores no calificados, encargados de sacar el material de la mina, que en ocasiones sobrepasaban los 100 metros de profundidad, en bolsones llamados “capachos” confeccionados a partir de cuero vacuno, los que cargaban con 90 kilogramos o más de piedras y que debían subir por rudimentarias escaleras. Cada apir podía realizar 12 viajes por turno1. Es conveniente detenerse un momento en este último grupo, si bien en la historiografía son considerados como trabajador sin especialización porque solo dependían de su fortaleza física, no es menos cierto que este trabajo no podía ser realizado por cualquiera, se requería una condición física sobresaliente para soportar el rigor del trabajo, ejemplo de esto es la conocida historia de los mineros de Cornwall, Reino Unido, que acompañaban al inglés Head, quienes apenas fueron capaces de levantar los capachos, mientras que el apir chileno no tuvo problemas en subir tan pesada carga ofreciendo realizar el viaje con capacho y gringo todo al mismo tiempo2.
1. Tornero, R. (1872). Chile ilustrado. Guía descriptivo del territorio de Chile, de las Capitales de Provincia, i de los puertos principales. Imprenta del Mercurio.
2. Vicuña Mackenna, B. (1878) [1882]. El libro de la plata. Editorial Francisco de Aguirre.