Entre 1830 y 1878 Chile se vio inserto en el primer ciclo de expansión económica1, caracterizado por la minería cupro-argentífera (cobre y plata) en lo que hoy conocemos como el Norte Chico. Sin embargo, existió una diferencia sustancial entre las provincias de Atacama y la de Coquimbo, mientras en la primera el auge se produjo por los descubrimientos de nuevas minas de plata; en la segunda el crecimiento se produjo por la reutilización de los yacimientos de cobre ya conocidos y que venían siendo explotados desde décadas pero que permanecían paralizados por ser considerados en broceo ante la imposibilidad de tratar minerales sulfurosos2.
En la reactivación de los trabajos, las nuevas tecnologías de extracción y procesamiento además del transporte3 jugaron un papel primordial. Estas nuevas tecnologías permitieron profundizar las minas a niveles imposibles para la rudimentaria minería colonial, ejemplo de lo anterior son algunas de las minas de Tamaya las que poseían piques que llegaban a los 700 metros verticales4. El procesamiento de los minerales también fue factor y en este ámbito la introducción, en 1831, del horno de reverbero por Carlos Lambert, significó la posibilidad de beneficiar minerales que hasta ese momento se consideraban escoria y eran tirados a los desmontes; por último, la construcción de nuevos caminos y principalmente la instalación de líneas férreas permitió a los mineros abaratar sus costos de transporte que hasta ese momento debía hacerse en recuas de mulas o carretas, por pequeñas huellas.
1. Cariola, C. y Sunkel, O. (1982). Un siglo de historia económica de Chile 1830-1930. Dos ensayos y una bibliografía. Ediciones Cultura Hispánica.
2. Pederson, L. (2008) [1966]. La industria minera del norte chico. Chile. RIL Editores.
3. Pederson, L. (2008)
4. Aracena, F. (1884). La industria del cobre en la provincia de Atacama y Coquimbo y los grandes depósitos carboníferos de Lota y Coronel en la Provincia de Concepción. Imprenta del Nuevo Mercurio.
